Me pregunto cuál es el contrato que ha firmado el individuo con la sociedad que lo ha obligado a auto reprimirse. Qué lo ha domesticado de tal manera que ahora no puede comprender el ejercicio de un deseo irresistible. Qué ha provocado un sentimiento de irrelevancia de la propia vida, la nula expectativa de satisfacer un deseo punzante. Qué provoca que le cueste asistir a un conflicto en el que los enfrentamientos supongan un pulso desnudo de poder a poder entre dos naturalezas. Como en los saqueos de Londres, por la noche pueden los chicos, pero después puede el aparato estatal. Aunque sale disminuido. O quizás son otros los que pueden.
Ha perdido algo de sí que se ha convertido en propiedad de otro. No ha mortificado su cuerpo, ni arruinado su espíritu, pero está en lo suyo cuando no hace nada y no hace nada cuando está en lo suyo.
Espero que haya una nueva religión que sirva como respuesta a la miseria real.
Si asumiese el coste de sus riesgos sería más resistente a las adversidades.
Los domingos le han vomitado encima.