He vivido el susto más grande de mi corta vida. O bueno, no
sé bien bien si ha sido susto lo que he sentido. Y no sé bien bien si mi vida
es corta o es que este punto muerto existencial está haciendo eternas las ganas
de suponer que todavía tengo posibilidades de fundirme con el cosmos. Es que no
sé, la verdad, ha sido todo muy orgánico. La vida es muy materia.
Ha sido como dejar de ver a tu progenitor como un ente moral
superior para ponerlo a tu misma altura cuando tienes 15 años y crees haber
alcanzado la madurez mental porque te has leído “Introducción a la filosofía”.
Como si no volviésemos a ser unos cagados nunca más... pero a veces es mejor no saberlo. Por lo de
tener sueños y aspiraciones y todo eso, y por lo que contaré más adelante.
Es bastante decepcionante. Yo, infantil y cagada de la vida,
necesito promesas e ideas preconcebidas sobre la gente y el mundo. Porque es
que si no vivo en un atasco. Todo es una extensión de mí, sometida al parón y a
la inestabilidad. Me tengo que inventar el suelo sobre el que ando y se me da
fatal imaginar. Nunca he sido una persona creativa, y no lo he necesitado
porque tengo ideas preconcebidas sobre la gente y el mundo. Y es por eso
también que me llevo sustos de vez en cuando.
El susto más grande de mi corta vida ha sido bajo una
atmósfera de medicamento y suero. Y ha caído como un relámpago, como si no
fuese conmigo la cosa. Pero ha ido conmigo. Y ha sido totalmente somático. Y
con esto quiero decir que la emoción se ha hecho totalmente visceral. Vamos,
que me he cagado tanto metafóricamente que me he cagado literalmente. Emoción
pura hecha diarrea. Sudor frío, temblores en las piernas, fiebre en el bajo vientre.
La tensión se me ha ido hasta a las manos, he preguntado dónde había un baño y
me he encerrado torpemente. Tenía ganas de llorar y de cagar todo a la vez,
pero he tenido miedo de no saber coordinar las dos cosas, así que no he
llorado. Se me ha empapado tanto la camisa de sudor que al rato he pasado frío,
como recién salida de la ducha. Como recién bautizada. La mierda ha sido un
ejercicio de catarsis. Para que luego haya algunos que intenten separar cuerpo
y alma. Hoy mi espíritu se ha ido de vareta.