miércoles, 25 de mayo de 2011

Lóbulo de la oreja.

Un dolor orgánico se inicia en el occipital y se extiende desconsoladamente por la columna vertebral y las extremidades. Manifiesta su recorrido con calambres de alto voltaje vértebra a vértebra, hueso a hueso, cartílago a cartílago, retorciéndome la materia. Un dolor febril y húmedo hace encoger lo poco que me queda de musculatura tras un largo letargo que ha atrofiado todo mi cuerpo. Esta hipertermia desgarradora llega hasta las palmas de mis manos, y el alma (si al final existe eso) se encarga de expulsarlo al exterior a propulsión. Las manos se convierten en ríos de incomodidad, de frío y calor, de humedad y lamidos de una lengua de gato. La esfera deviene áspera. Las ganas de vomitar aumentan, y con ellas el nudo en la garganta. Estoy sola, y lo voy a estar mucho más tiempo. Y ni yo ni mi entorno lo hemos decidido. Estoy aquí, con los brazos abiertos y noto el viento como me empuja hacia atrás, sosteniéndome. Todo se esfumará, se irá, caducaré para los demás y cada noche volveré a mí misma para repetirme que soy la persona más importante de mi vida. El ombligo de mi mundo. Me quedaré aquí. Me quedo aquí con las manos chorreando y el cerebro derretido. Sola.

2 comentarios:

  1. Nena, increíble eh. Flipant com sempre els teus textos. Però... són inspiracions de com et sents tu o simplement és un cúmul de paraules que rodejen pel teu cap i les plasmes tan metafóricament?

    dont forget to check out my blog!
    xxx

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