sábado, 16 de abril de 2011

Acariciar el filo de la mesa con el dedo índice.

Un nudo en la garganta es una escena de suspense en una película, el sí y el no, lo desvelado y lo soñado, la apetencia y la pasividad, una canción de Elliott Smith y una cama sin sábanas. Te pones de puntillas en un acantilado y abres tanto los brazos que abrazas todo el aire del paisaje, y entonces pierdes el equilibrio, pero no te caes. Coges el coche y haces movimientos bruscos con el volante que no te permitirían reaccionar a tiempo si algo horrible fuese a ocurrir, pero no ocurre nada. Se te acelera el corazón al borde del ataque, pero la taquicardia no llega. Esperas las palabras que te entumezcan la cabeza, pero eres sordo de nacimiento.

No ser capaz de presuponer cómo se materializa un pensamiento es un nudo en la garganta, es un vivir para mí pero callar a gritos vivir para ti, es construir una base tan abstracta que sólo puedes defender a base de intuiciones, es ser un verbo copulativo en una oración predicativa.

Hoy soy eso, un nódulo entre la felicidad y la infelicidad. Espero que la virtud sea de verdad el punto medio, porque no quiero una existencia gris.

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